¿Simio o mono? ¿Sapo o rana? ¿Serpiente o víbora? ¿Lagarto o lagartija?

Posted in Fauna, General on enero 3rd, 2010 by Fabo87

Es relativamente común, cuando oigo a la gente hablar sobre animales, que no se refieren (en la mayoría de los casos) a ellos adecuadamente. Así por ejemplo, es común oír en una charla informal, referirse a un ciempiés como un insecto, a los seres humanos como monos y a una esponja como una planta, sólo para citar algunos ejemplos. En muchos casos es producto del desconocimiento; en otros sencillamente se trata de un accidente esporádico; e incluso gente en principio especializada en la materia (como lo son los biólogos) en ocasiones tienen dificultades a la hora de explicar los criterios que determinan la denominación correcta que debemos atribuirle a un organismo en concreto.

Creo que, como persona y más aún como biólogo, uno debe aprender e interesarse por zanjar este tipo de problemas. Y esto, como he mencionado líneas más arriba, no requiere la adquisición de un tecnicismo exhaustivo. Así por ejemplo, podemos catalogar a una araña como un bicho, sin tener noción de que la araña es, técnicamente hablando, un artrópodo quelicerado de la clase Arachnida, y estar refiriéndonos al animal correctamente, en lugar de aventurarnos a decir, por ejemplo, que se trata de un insecto (hexápodo). Sin lugar a dudas, los errores que cometemos al hablar (y en los cuales me incluyo) son diversos y en algunos casos (como los relacionados con las denominaciones a animales) particularmente abundantes.

Simios y monos, vulgarmente iguales

Ambos son términos comunes, sin equivalentes taxonómicos, y sin lugar a dudas representan el caso más controversial, puesto que estaríamos hablando de palabras con significados diferentes en función del lugar en el que nos encontremos. Según la RAE, simio y mono son sinónimos. Sin embargo, en la lengua inglesa, “monkey” y “ape” hacen referencia a conceptos diferentes. El quid de la cuestión radica en que, en Zoología (estemos en España, en Inglaterra o en la China) suele adoptarse la distinción anglosajona, y así, desde un punto de vista técnico, sería más apropiado llamar mono a cualquier representante de Platyrrhini (monos del Nuevo Mundo) y Cercopithecoidae (monos del Viejo Mundo), pero no a los homonoideos. La diferencia más llamativa la encontramos en la ausencia de cola de estos últimos, y esto tiene consecuencias muy importantes, como por ejemplo, en la postura. Los simios tienen además el cerebro y un tamaño corporal más grande y se encuentran representados por orangutanes (dos especies), bonobos, chimpancés, gorilas (dos especies), gibones y seres humanos, todos ellos restringidos (claramente con la excepción de los humanos) a una franja tropical de la Tierra. De todas formas, si nos planteamos en algún momento la duda, no cometeríamos un error (en un contexto coloquial) al llamar mono a un gorila (por ejemplo).

Todas las víboras son serpientes, pero no todas las serpientes son víboras

En principio, el término “serpiente” debería aplicarse a cualquier miembro perteneciente a Ophidia (anteriormente denominado Serpentes), un suborden de saurópsidos (o lo que se conoce en taxonomía clásica como “reptiles”, si incluimos en este grupo también a los sinápsidos). Además, todos los ofidios comparten una característica común (al igual que la inmensa mayoría de saurópsidos): presentan escamas. Sin embargo, una boa no es una culebra, así como una culebra tampoco es una víbora, y es aquí donde generalmente solemos cometer errores.

Esto es atribuible generalmente a la complejidad de organización sistemática que presenta Ophidia. Para ilustrar generalmente el panorama, en principio podríamos hacer una primera división del suborden en tres superfamilias: Typhlopidae, Henophidia y Xenophidia. Lo que conocemos por “víboras”, a su vez, se encuentra dentro de la subfamilia Viperinae, que junto con los crótalos (subfamilia Crotalinae) forman la familia de los vipéridos (Viperidae), y ésta a su vez está incluida en la superfamilia Xenophidia anteriormente citada. El mismo sistema de clasificación es igualmente aplicable a las boas y pitones (superfamilia Henophidia), a las culebras ciegas (superfamilia Typhlopidae), etc. Cada grupo comparte una serie de rasgos distintivos (la sistemática clásica se basa prácticamente en caracteres morfométricos) que se utilizan para su clasificación. Como puede verse con este ejemplo, es normal que por falta de conocimiento cometamos un error grave al identificar un organismo. Por ende, lo más apropiado para no pecar, es remitirse a lo básico y seguro: se trata de una serpiente.

¿Sapos o ranas? ¿Cuál es la diferencia?

Aquí las diferencias son verdaderamente pocas, pero sí que las hay. En primera instancia, ambos grupos de tetrápodos de la clase Amphibia pertenecen  al mismo orden, Anura. Pero las ranas son de piel más lisa, usualmente más pequeñas, de cabeza grande, ojos prominentes y contextura más delgada. Además, suelen tener sus extremidades posteriores más desarrolladas. Por otra parte, los sapos suelen ser de mayor tamaño, de piel y contextura más gruesa, usualmente llena de verrugas. Básicamente esa es la distinción morfológica más evidente que podríamos observar. En cualquier caso, llamar rana a un sapo o viceversa puede resultar no ser tan grave como determinadas creencias, tales como la atribución de “sapo” a un anuro del sexo masculino y “rana” al individuo de sexo femenino.  Esto es sumamente incorrecto.

¿El lagarto es una lagartija grande, o la lagartija es un lagarto pequeño?

Como ocurre con el término “serpiente”, “lagarto” nos bastaría para definir a cualquier miembro de Lacertilia, que es actualmente un suborden de los escamosos (Squamata), y evidentemente perteneciente a los saurópsidos. Cuando decimos “lagartija”, generalmente lo hacemos como si de un diminutivo de “lagarto” se tratase. En el sentido más purista, sin embargo, catalogaríamos de lagartijas sólo a los miembros de la familia Lacertidae y Gekkonidae. Pero esto no quiere decir, por ejemplo, que una salamanquesa común (Tarentola mauritanica, miembro de Gekkonidae), sea una lagartija pero no un lagarto. La salamanquesa es en esencia un lagarto escamoso y, si queremos ser más técnicos, podríamos decir que es una lagartija. Y aquí es donde radica el problema en la mayoría de los casos, porque parece inexplicablemente arraigado en la psique de las personas, que lagarto y lagartija hacen referencia a dos mundos completamente diferentes.

Próximos trabajos para el año 2010

Posted in News on diciembre 28th, 2009 by Fabo87

A la vista del nuevo año que se aproxima, aprovecho para comentarles que publicaré en el mes de enero una nota sobre el pez elefante, una especie desconocida para muchos. Además, por razón del nuevo censo marino que será presentado en 2010, estoy trabajando en otro informe que publicaré meses más tarde (debido a la extensión del mismo). En lo referente a la botánica, tengo pensado hacer una nota sobre Amorphophallus titanum, literalmente «falo amorfo titánico», también conocida como “flor cadáver”. En fin, creo que de momento esas son las noticias más relevantes, espero que les sirva de algo o por lo menos que atrape su interés.

¡Felices fiestas!

Darwin e Iguanas marinas de las Galápagos

Posted in Fauna, Trabajos Prácticos on diciembre 17th, 2009 by Fabo87

Las islas Galápagos son famosas por sus numerosas especies endémicas y por los estudios de Charles Darwin que le llevaron a establecer su Teoría de la Evolución por la selección natural.

Un claro ejemplo que pone en evidencia la acción de la selección natural es el caso de las iguanas marinas de las Islas Galápagos.

Imagen: garras filudas de una iguana marina.

Uno de los postulados de Darwin es el principio de la variación, es decir, los individuos que forman una especie son variables. Esto se ve claramente reflejado en los distintos tipos de iguanas marinas que podemos encontrarnos a los largo de todas las islas que conforman a las Galápagos, donde la variación del color (para citar un ejemplo) es producto de su dieta a base de distintos tipos de algas que habitan en las islas. Así podemos encontrar iguanas de coloración amarilla, de color rojizo y rojizo y verde, mezclados con el color negro. También podemos hallar iguanas de coloración completamente negra, con algunos matices de gris, debido a la zona rocosa de la isla donde habitan, que es del mismo color, lo que les ayuda a camuflarse en las rocas y a calentarse rápido por las mañanas. Como dato, se sabe que la coloración en los machos varía acorde a las temporadas, adquiriendo mayor coloración en la época reproductiva.

Otro postulado es el principio de la herencia, en donde algunas de estas variaciones pasan a los descendientes, es decir es heredable. En este caso, la coloración de la piel de las iguanas negras es un carácter heredable. Para citar otros ejemplos de variaciones que pasan a los descendientes, podemos mencionar algunas de sus características físicas que les permiten a estos animales, bucear en el mar, como lo son sus colas aplanadas, sus garras largas y filudas y su hocico en forma de punta. Estas características, producto del proceso evolutivo sobre las iguanas, hacen que difieran notablemente de las iguanas terrestres.

Así, las iguanas que habitan en las costas rocosas de las Islas Galápagos, pueden bucear en el mar para alimentarse de algas marinas, pudiendo permanecer dentro del agua por hasta 45 minutos. Con sus colas aplanadas nadan ondulando lateralmente sus cuerpos, por ondulación lateral y sus extremidades a un lado. Sus garras, más largas y filudas en comparación con las de la Iguana Terrestre de Galápagos, les permite sujetarse de las rocas a lo largo de las orillas y les sirve también para no ser arrastradas por las olas. Y su característico hocico (del cual proviene su nombre) en forma de punta, les permite a las iguanas introducirse dentro de las rocas para escarbar las algas con sus tres dientes afilados. Cuando nadan, estos animales ralentizan su ritmo cardíaco para no perder calor. Incluso pueden parar su corazón sin riesgo alguno. Las iguanas estornudan partículas de sal, que se le acumulan en los orificios nasales, que no pueden cerrar.

 

Imagen: iguana marina de la isla Santa Cruz, de color arcilla entre rojo y negro.

Ahora nos topamos con otra cuestión: la cantidad de la descendencia dejada. El tercer postulado o principio del potencial reproductor, nos dice que en cada generación se producen más descendientes de los que pueden sobrevivir. Esto sirve como mecanismo para asegurar que al menos una de las crías engendradas logre sobrevivir y llegar a la adultez, sin ser víctima de la predación por parte de otros animales salvajes que habitan en la misma zona. En el caso de las iguanas marinas de las Galápagos, la época de reproducción se da entre Diciembre y Mayo, y las puestas entre Enero y Abril. Las hembras depositan entre 1 y 6 huevos en agujeros de entre 30 y 80 centímetros de profundidad, que excavan ellas mismas en zonas arenosas más o menos despejadas. Se quedarán varios días a vigilar la puesta, pero después la abandonan para que los huevos acaben la incubación, que dura casi 100 días. La predación por parte de especies exóticas en las islas mantenía así un número estable de iguanas.

Desgraciadamente, éstas son también muy susceptibles a cualquier perturbación del ambiente, en donde los efectos de El Niño se sabe que causan periódicos descensos en la población (ha llegado a causar un 85 % de mortalidad). Otro factor ambiental es la contaminación (por ejemplo por derrames de petróleo). Esto la conllevó a ser una especie en peligro de extinción.

 

Imagen: iguana marina negra.

Por último, encontramos un cuarto postulado, el principio de la eficacia diferencial, que establece que la supervivencia y la reproducción (eficacia biológica, ‘fitness’) de los individuos no es al azar, los que lo hacen son los que presentan las variaciones más favorables, como por ejemplo la coloración negra en las iguanas marinas, que les permiten camuflarse con las rocas para protegerse de depredadores y absorben con mayor rapidez y eficacia la luz solar. Esta variación del color predomina sobre otros como el amarillo o el rojizo.

Nombre científico de la iguana marina: Amblyrhynchus cristatus

Notas:

-Se considera que una especie es endémica cuando se conoce únicamente de un determinado lugar, ya sea país o región. A medida que se avanza en el conocimiento de la biodiversidad, especies que eran consideradas endémicas dejan de serlo en el momento en que se encuentran en otro país o región.

El nombre de una especie debe ser simple o eventualmente compuesto y se debe escribir con todas las letras en minúscula. Tanto el nombre del género como el de la especie se deben escribir en letras cursivas o que se diferencien del texto mediante un tipo de letra diferente o subrayándose cuando esto no sea posible. Esta es la razón por la cual en la mayoría de las páginas Web y libros de texto se escriben los nombres científicos con letras cursivas  o negritas.

Los saurópsidos o reptiles son un clado de vertebrados amniotas al que pertenecen los animales tradicionalmente clasificados como reptiles, y también las aves.

Fuentes bibliográficas:

http://www.galapagos-islands-tourguide.com/iguana-marina.html (Iguanas Marinas de las Islas Galápagos)

IUCN; Animal Diversity, María Carmen Soria (Licenciada en Ciencias Ambientales). (Material fotográfico e información general sobre las iguanas terrestres y marinas de las Galápagos).

http://es.wikipedia.org/wiki/Islas_Galápagos (Información general sobre las Islas Galápagos)

Eco-Ciencia. 2001. Biodiversidad [CD-ROM]. (Información sobre reproducción de las iguanas terrestres y marinas de las Islas Galápagos)

Pez Luna: una especie antigüa

Posted in Fauna on octubre 13th, 2009 by Fabo87

El pez luna (Mola mola) es un pez pelágico, uno de los más pesados de los peces óseos en todo el mundo, alcanza los 1400 kg de peso y 3 m de longitud. Miembro del orden Tetraodontiformes, el pez luna tiene muchas características comunes y es la especie tipo de su género.

El nombre científico del pez luna viene del latín mola, muela, piedra de molino, quizá por su tamaño y forma, que aunque no es redondo, no es tan larga como la de la mayoría de los peces, y originalmente su nombre científico era tetraodon mola, del mismo género del pez globo (tetraodon significa cuatro dientes en griego). Su nombre en inglés significa pez sol, mientras que en francés, alemán y portugués su nombre significa lo mismo que en castellano.

A causa de su cuerpo tan corto y alto, no tienen más de 16 vértebras, y su médula espinal no mide más de 13 mm. Un individuo de 200 kg puede tener un cerebro no mayor que una nuez. Sus crías se asemejan mucho a un pez globo en miniatura, indicio del lugar de la especies en el árbol evolutivo. Las hembras son extremadamente fecundas, pueden producir más de 300 millones de huevos, 3 millones por puesta (más que ningún otro vertebrado conocido), cada uno de entre 2 y 3 mm. Se cree que viven más de 100 años. Su áspera y coriácea piel (de hasta 15 mm de espesor) hospeda a más parásitos dérmicos que la de cualquier otra criatura marina.

Rara vez usa su largas y delgadas aletas dorsal o anal para la propulsión, tiene aletas branquiales extremadamente cortas para su tamaño; le falta la aleta caudal, teniendo en su lugar una estructura en forma de timón, el clavus.

Su carne contiene neurotoxinas similares a las de otros peces venenosos de su orden (tetraodontiformes). Tiene al nacer algunos pinchos venenosos.

El pez luna se encuentran en todos los océanos cálidos y templados, incluso frente a Alaska, especialmente en el Océano Pacífico oriental y en el Océano Atlántico occidental, es decir, junto a costas americanas. Se alimenta de tenóforos, zooplancton, calamares, crustáceos y otros animales marinos muy pequeños. Sus depredadores son la orca, león marino, delfín y marlín. Con frecuencia es confundido con el tiburón, por su costumbre de nadar asomando su aleta dorsal. Sin embargo, son inofensivos con el ser humano.

Se piensa que generalmente son peces solitarios, sin embargo, se han observado ciertos grupos de más de cien, lo que podría deberse a la temporada de reproducción.

En ocasiones suele ser avistado cerca de la costa donde se acerca para que los labridos les desparasiten.

Es común verlos en las costas del Pacifico Mexicano, como Guerrero,Bahia de Banderas y Golfo de Cortéz.

Premio Nobel de Medicina 2009

Posted in News on octubre 9th, 2009 by Fabo87

Ya se conoce la flamante ganadora del Premio Nobel de Medicina del año 2009. Se trata de Elizabeth Blackburn, una investigadora de la University of California, San Francisco (UCSF). La Fundación Nobel le ha otorgado el galardón como reconocimiento a su trabajo sobre los telómeros, estructuras de ADN que protegen los extremos de los cromosomas. El trabajo de Blackburn puede ser la clave para comprender -y eventualmente modificar- los mecanismos del envejecimiento.

Elizabeth Blackburn, una australiana que nació en Hobart, Tasmania, en 1948, es la nueva ganadora del Premio Nobel de Medicina. Blackburn, con la ayuda de Jack Szostak (del Howard Hughes Medical Institute), descubrió que la secuencia única de ADN de los telómeros previene el envejecimiento y degradación de los cromosomas. Parece que cada hebra de ADN posee en sus extremos unas moléculas que funcionan de la misma manera que las puntas plásticas que evitan que los cordones de zapatos se deshilachen. Este descubrimiento puede ser la clave para evitar que cada vez que una célula se reproduce se degrade ligeramente y -más tarde o más temprano- termine siendo inviable.

Además, en un trabajo realizado junto a Carol Greider, del Johns Hopkins University,  Blackburn encontró una enzima llamada telomerasa, que tiene la función de ayudar a formar el ADN de los telómeros. Elizabeth el premio de aproximadamente un millón de euros (1.4 millones de<dólares) con sus dos colaboradores. Los especialistas aseguran que el trabajo de esta mujer tendrá varias aplicaciones prácticas, cuyos resultados veremos en las próximas décadas. Sus investigaciones son útiles a la hora de encontrar nuevas terapias para curar el cáncer, o a entender la forma en que las células madre -uno de los más prometedores campos de la medicina- pueden hacer su magia. Pero, sin dudas, el más importante avance derivado de estos descubrimientos se relacionará con la comprensión cabal del proceso de envejecimiento.

Elizabeth Helen Blackburn

Elizabeth Helen Blackburn

Blackburn, entre otras cosas, descubrió que la edad de las personas (y en alguna medida, el estrés al que han sido sometidas) contribuye a que los telómeros se acorten. Esto produce una degeneración celular que -además de arrugas, canas y dolores de espalda- determina el momento en que nuestro organismo morirá. Conocer exactamente la forma en que funciona este mecanismo, hace posible soñar con alguna clase de tratamiento que evite este deterioro, proporcionándonos mejores y más largas vidas.

¡Hola a todos!

Posted in News on octubre 5th, 2009 by Fabo87

Soy estudiante de 1er año del Grado de Biología de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Valencia y me gustaría compartir con todos los estudiantes, cualquier tipo de información que pueda ser de su interés, tanto para sus estudios así como también para ampliar conocimientos sobre otros temas relacionados con la biología.