¿Simio o mono? ¿Sapo o rana? ¿Serpiente o víbora? ¿Lagarto o lagartija?

Es relativamente común, cuando oigo a la gente hablar sobre animales, que no se refieren (en la mayoría de los casos) a ellos adecuadamente. Así por ejemplo, es común oír en una charla informal, referirse a un ciempiés como un insecto, a los seres humanos como monos y a una esponja como una planta, sólo para citar algunos ejemplos. En muchos casos es producto del desconocimiento; en otros sencillamente se trata de un accidente esporádico; e incluso gente en principio especializada en la materia (como lo son los biólogos) en ocasiones tienen dificultades a la hora de explicar los criterios que determinan la denominación correcta que debemos atribuirle a un organismo en concreto.

Creo que, como persona y más aún como biólogo, uno debe aprender e interesarse por zanjar este tipo de problemas. Y esto, como he mencionado líneas más arriba, no requiere la adquisición de un tecnicismo exhaustivo. Así por ejemplo, podemos catalogar a una araña como un bicho, sin tener noción de que la araña es, técnicamente hablando, un artrópodo quelicerado de la clase Arachnida, y estar refiriéndonos al animal correctamente, en lugar de aventurarnos a decir, por ejemplo, que se trata de un insecto (hexápodo). Sin lugar a dudas, los errores que cometemos al hablar (y en los cuales me incluyo) son diversos y en algunos casos (como los relacionados con las denominaciones a animales) particularmente abundantes.

Simios y monos, vulgarmente iguales

Ambos son términos comunes, sin equivalentes taxonómicos, y sin lugar a dudas representan el caso más controversial, puesto que estaríamos hablando de palabras con significados diferentes en función del lugar en el que nos encontremos. Según la RAE, simio y mono son sinónimos. Sin embargo, en la lengua inglesa, “monkey” y “ape” hacen referencia a conceptos diferentes. El quid de la cuestión radica en que, en Zoología (estemos en España, en Inglaterra o en la China) suele adoptarse la distinción anglosajona, y así, desde un punto de vista técnico, sería más apropiado llamar mono a cualquier representante de Platyrrhini (monos del Nuevo Mundo) y Cercopithecoidae (monos del Viejo Mundo), pero no a los homonoideos. La diferencia más llamativa la encontramos en la ausencia de cola de estos últimos, y esto tiene consecuencias muy importantes, como por ejemplo, en la postura. Los simios tienen además el cerebro y un tamaño corporal más grande y se encuentran representados por orangutanes (dos especies), bonobos, chimpancés, gorilas (dos especies), gibones y seres humanos, todos ellos restringidos (claramente con la excepción de los humanos) a una franja tropical de la Tierra. De todas formas, si nos planteamos en algún momento la duda, no cometeríamos un error (en un contexto coloquial) al llamar mono a un gorila (por ejemplo).

Todas las víboras son serpientes, pero no todas las serpientes son víboras

En principio, el término “serpiente” debería aplicarse a cualquier miembro perteneciente a Ophidia (anteriormente denominado Serpentes), un suborden de saurópsidos (o lo que se conoce en taxonomía clásica como “reptiles”, si incluimos en este grupo también a los sinápsidos). Además, todos los ofidios comparten una característica común (al igual que la inmensa mayoría de saurópsidos): presentan escamas. Sin embargo, una boa no es una culebra, así como una culebra tampoco es una víbora, y es aquí donde generalmente solemos cometer errores.

Esto es atribuible generalmente a la complejidad de organización sistemática que presenta Ophidia. Para ilustrar generalmente el panorama, en principio podríamos hacer una primera división del suborden en tres superfamilias: Typhlopidae, Henophidia y Xenophidia. Lo que conocemos por “víboras”, a su vez, se encuentra dentro de la subfamilia Viperinae, que junto con los crótalos (subfamilia Crotalinae) forman la familia de los vipéridos (Viperidae), y ésta a su vez está incluida en la superfamilia Xenophidia anteriormente citada. El mismo sistema de clasificación es igualmente aplicable a las boas y pitones (superfamilia Henophidia), a las culebras ciegas (superfamilia Typhlopidae), etc. Cada grupo comparte una serie de rasgos distintivos (la sistemática clásica se basa prácticamente en caracteres morfométricos) que se utilizan para su clasificación. Como puede verse con este ejemplo, es normal que por falta de conocimiento cometamos un error grave al identificar un organismo. Por ende, lo más apropiado para no pecar, es remitirse a lo básico y seguro: se trata de una serpiente.

¿Sapos o ranas? ¿Cuál es la diferencia?

Aquí las diferencias son verdaderamente pocas, pero sí que las hay. En primera instancia, ambos grupos de tetrápodos de la clase Amphibia pertenecen  al mismo orden, Anura. Pero las ranas son de piel más lisa, usualmente más pequeñas, de cabeza grande, ojos prominentes y contextura más delgada. Además, suelen tener sus extremidades posteriores más desarrolladas. Por otra parte, los sapos suelen ser de mayor tamaño, de piel y contextura más gruesa, usualmente llena de verrugas. Básicamente esa es la distinción morfológica más evidente que podríamos observar. En cualquier caso, llamar rana a un sapo o viceversa puede resultar no ser tan grave como determinadas creencias, tales como la atribución de “sapo” a un anuro del sexo masculino y “rana” al individuo de sexo femenino.  Esto es sumamente incorrecto.

¿El lagarto es una lagartija grande, o la lagartija es un lagarto pequeño?

Como ocurre con el término “serpiente”, “lagarto” nos bastaría para definir a cualquier miembro de Lacertilia, que es actualmente un suborden de los escamosos (Squamata), y evidentemente perteneciente a los saurópsidos. Cuando decimos “lagartija”, generalmente lo hacemos como si de un diminutivo de “lagarto” se tratase. En el sentido más purista, sin embargo, catalogaríamos de lagartijas sólo a los miembros de la familia Lacertidae y Gekkonidae. Pero esto no quiere decir, por ejemplo, que una salamanquesa común (Tarentola mauritanica, miembro de Gekkonidae), sea una lagartija pero no un lagarto. La salamanquesa es en esencia un lagarto escamoso y, si queremos ser más técnicos, podríamos decir que es una lagartija. Y aquí es donde radica el problema en la mayoría de los casos, porque parece inexplicablemente arraigado en la psique de las personas, que lagarto y lagartija hacen referencia a dos mundos completamente diferentes.

One Response to “¿Simio o mono? ¿Sapo o rana? ¿Serpiente o víbora? ¿Lagarto o lagartija?”

  1. pamocar Says:

    Menudo engendro de bicho extraño….. ^_^

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